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La Energía Nuclear en América Latina: Entre el Desarrollo Económico y los Riesgos de Proliferación

 

PIR Center
Irma Argüello

Otoño 2010 I Link al artículo original

Este artículo fue escrito en junio de 2010 antes del incidente de Fukushima, por lo tanto y en virtud de los impactos del accidente, es probable que algunos de los programas se replanteen en función de las lecciones aprendidas. Estimamos que estos impactos alcanzarán en su mayor medida a los países que están considerando adquirir su primera central nuclear de potencia. Seguramente aquellos países que ya tienen programas en desarrollo – Argentina, Brasil y México – revisarán también los parámetros de seguridad de sus centrales en funcionamiento y aquellas proyectadas a futuro. Pero se espera que en dichos países ninguno de los programas nucleares caerá debido a la emergencia nuclear de Japón. De todas maneras el artículo sigue más vigente que nunca ya que ofrece un panorama actualizado de quien es quien en el área nuclear en la región.

 

Un informe reciente del OIEA establece que 10 países en América Latina – Bolivia, Chile, República Dominicana, Ecuador, El Salvador, Haití, Jamaica, Perú, Uruguay y Venezuela – han solicitado el apoyo del Organismo para iniciar actividades nucleares, dirigidas a la futura generación de electricidad. Estos países son los llamados “recién llegados” (“newcomers”). Este renovado nivel de actividades es solo un indicio del actual “renacimiento” de la energía nuclear a nivel mundial. De hecho, después de décadas de estancamiento, en la actualidad muchos actores se encuentran en el camino de expandir significativamente sus capacidades instaladas, y 60 nuevos países están evaluando la opción nuclear para producir electricidad.

Argentina y Brasil han estado comprometidos en múltiples actividades nucleares por casi 60 años. Ambos países alcanzaron un desarrollo significativo que incluye plantas de energía nuclear, partes claves del ciclo del combustible nuclear y tecnología para reactores avanzados. La energía nuclear es un valor para sus sociedades, y una cuestión de soberanía nacional y orgullo. El deseo de mantener y acrecentar lo que han alcanzado impregna las decisiones políticas de ambos países.

La mayor parte de los restantes países latinoamericanos no tienen ningún programa nuclear de relevancia, y están lejos de considerar a la energía nuclear una prioridad nacional; sin embargo, esto podría modificarse en el futuro. México, Chile y Perú presentan una cultura nuclear que los posiciona a mitad de camino entre ambos grupos. Basado en la diversidad descripta, este trabajo analiza los impactos del potencial desarrollo de la energía nuclear en la región, haciendo foco en sus ventajas, desafíos y riesgos de proliferación.

Motivaciones para la expansión nuclear regional principales fuentes de energía eléctrica en América Latina son las plantas térmicas (combustibles fósiles) y las plantas de energía hidroeléctrica, con 67 % y casi 18% de la generación total, respectivamente. Hasta ahora, la energía nuclear ha sido solamente desarrollada en Argentina, Brasil y México. Estos países cuentan con dos plantas de energía atómica cada uno. La energía nuclear representa el 6.2% del total de la generación eléctrica de Argentina, aproximadamente un 4.6% en México, y un 2.8% en Brasil, mientras que el total regional alcanza un 2.3%, contra el 14.3% a nivel mundial.

Es claro que el crecimiento poblacional y la expansión de la actividad económica llevarán a una mayor demanda de electricidad. A nivel global, las proyecciones del OIEA sugieren que la demanda se duplicará hacia el 2030. Se estima que el crecimiento en América Latina siga la misma tendencia, aunque la contribución regional de la energía nuclear podría crecer entre un 4.0 y un 6.4 % de la generación eléctrica debido a la sustitución de combustibles. Si se compara en términos absolutos con otras regiones como Asia del Sur o Europa del Este, el incremento puede ser definido como moderado, más que explosivo, aunque todavía merece una atención cuidadosa, tomando en cuenta el número de desafíos nacionales y regionales que conlleva.

No hay dudas sobre la correlación directa entre el incremento de la demanda de electricidad y el crecimiento económico de una nación. También es claro que la dinámica de ambos factores define un círculo virtuoso que tiene consecuencias positivas sobre el desarrollo humano. Este concepto puede ser aplicado en particular a la energía nuclear. En este sentido, el acceso a la energía nuclear puede ayudar a los países en desarrollo – como los de América Latina – a reducir la pobreza en sus sociedades.

Los motivos que impulsan al renovado interés por la energía nuclear son bastante similares a nivel mundial, y en su mayoría están relacionados a la seguridad energética y al intento de controlar el cambio climático.

Muchos países de América Latina ya han encontrado las razones específicas para elegir el desarrollo de la energía nuclear. Algunos buscan alcanzar la independencia energética o diversificar su matriz energética: en ambos casos la meta es adoptar fuentes más confiables, y reducir las vulnerabilidades derivadas de la potencial escasez. El aumento de la conciencia ambiental enfocada en el control del calentamiento global, suele ser un concepto de fondo, aunque desde ya su impacto verdadero solo sería perceptible en el largo plazo.

Asegurarse la aceptación pública de la energía nuclear es siempre un proceso complejo, que podría generar un grado significativo de controversia. La falta de aceptación social es un fenómeno usual; a veces es el resultado de la información pobre o tendenciosa que llega al público. En ese sentido el accidente de Chernobyl en 1986 todavía produce efectos sobre la percepción pública de la energía nuclear. La situación general está, sin embargo, mejorando y las preocupaciones están siendo revaluadas a la luz de los bajos niveles de accidentes relacionados con las actividades nucleares, y sobre la base de un mayor entendimiento de las necesidades y prioridades realistas de las naciones.

En lo que concierne a la generación de energía, el escenario global actual abre una oportunidad para que la región lleve a cabo una diversificación progresiva y ordenada de sus actuales fuentes de energía eléctrica, siguiendo su propio ritmo. Esto significa un comportamiento prudente por los países desarrollados (en términos de tecnología nuclear) y un aprendizaje de largo plazo por países que están recién tomando la decisión de acceder a la misma.

Desde una perspectiva diferente, otras actividades diversas en crecimiento serán también analizadas a fin de capturar el cuadro general de las actividades nucleares regionales, y su potencial evolución. Estas actividades son los reactores de investigación, los materiales físiles y el ciclo del combustible nuclear, los desarrollos de reactores avanzados, y, como caso particular, la propulsión nuclear. En cualquier caso y como concepto primordial, metas realistas podrían establecerse para mantener bajo control los inherentes riesgos nucleares - precaución, seguridad, y proliferación – los cuales podrían exacerbarse ante una veloz expansión.

Plantas en operación y nuevos desarrollos

A nivel global, 438 plantas de energía nuclear están actualmente en operaciones en 31 países, 6 de ellos en América Latina: Laguna Verde I y II en México; Angra I y II en Brasil, and Atucha I y Embalse en Argentina (ver Tabla 1). Esas seis plantas, con una capacidad total de 4GWe, representan el 1.4% de la capacidad de generación nuclear instalada a nivel mundial.

La información actual del OIEA, muestra también 61 plantas en construcción. Solo 2 de ellas, sin embargo, se encuentran localizadas en América Latina: Atucha II en Argentina (750 MWe), operada por Nucleoeléctrica Argentina Sociedad Anónima (NASA), una compañía estatal, cuya finalización se espera para principios de 2011, y la recientemente reactivada construcción de Angra III en Brasil (1.405 Mwe) con el apoyo de AREVA (Francia), la cual podría entrar en operaciones hacia el 2018.

Los primeros pasos de Argentina hacia la reactivación de su programa nuclear fueron dados en Agosto de 2006, cuando el gobierno anunció un plan estratégico de 3.500 millones de dólares a lo largo de 8 años para completar Atucha II, extender la vida útil de Atucha I y Embalse, y estudiar la factibilidad de la construcción de una cuarta planta de energía nuclear.

Esta voluntad política fue reforzada en Noviembre de 2009 a través de una ley nacional que declara que dichos proyectos, junto con la finalización del diseño e implementación del prototipo Central Argentina de Elementos Modulares (CAREM), como proyectos de interés nacional.

De todas maneras, la falta de un plan energético a largo plazo para el país, el cual debería necesariamente incluir una clara estrategia para la energía nuclear, se explica en su mayor parte por la incertidumbre sobre los desarrollos futuros y las decisiones claves en cuestiones cruciales. Un claro ejemplo es la elección de la tecnología para la cuarta planta nuclear de potencia y aquellas plantas sucesivas, donde un pasaje potencial de reactores de uranio natural y agua pesada a reactores de agua liviana que utilizan uranio de bajo enriquecimiento (LEU) está siendo considerado.

Los recientes acuerdos internacionales de cooperación podrían tener una gran influencia sobre tales decisiones. En octubre de 2009 Argentina firmó un acuerdo nuclear con India sobre energía nuclear. Sin embargo este acuerdo todavía está en las primeras etapas de su implementación.

Más relevante al corto y mediano plazo podría ser la cooperación argentino-rusa en cuestiones nucleares, la cual recibió un nuevo ímpetus durante la visita del Presidente Dmitry Medvedev a la Argentina en abril de 2010. De hecho, se firmaron 14 acuerdos bilateral en tecnología durante esa visita. Ha sido muy significativo aquel firmado entre la corporación de energía nuclear estatal Rosatom y el Ministerio de Planificación Federal, Inversión y Servicios de Argentina. El acuerdo también incluye la evaluación sobre locaciones potenciales en Argentina para instalaciones de ciclo de combustible nuclear e infraestructuras relacionadas.

Las bases de las crecientes relaciones nucleares ruso-argentinas fueron establecidas en octubre de 1990 entre Mikhail Gorbachev y Carlos Menem a través de la firma de la Declaración de Principios de Cooperación, que incluyó el Acuerdo de Cooperación en Usos Pacíficos de la Energía Nuclear. Esto fue seguido por un Acuerdo de Cooperación firmado en 1998. En diciembre de 2008 una declaración conjunta sobre cooperación nuclear fue firmada por Rosatom y el Ministerio de Planificación Federal, Inversión y Servicios, así como un Memorando de Entendimiento entre las mismas partes en febrero 2010.

Brasil, donde el 92% de la generación eléctrica depende de la energía hidroeléctrica, está experimentando dificultades para cubrir la creciente demanda por electricidad. Existe siempre un riesgo latente de déficit energético debido a la falta de capacidad de almacenaje. Con el fin de asegurar un crecimiento económico sustentable, el país necesitará sumar 130 GW a sus actuales 100GW hacia 2025.

Considerando la distribución regional, la energía nuclear podría ser particularmente útil para el Noroeste y el Sudeste del país, donde la energía hidroeléctrica ha alcanzado prácticamente sus límites. El Plan Energético 2030 incluye cuatro nuevas plantas de energía nuclear de 1,000 MWe cada una. Hay una gran competencia entre las localidades brasileñas para convertirse en la anfitriona de una de las nuevas plantas de energía nuclear, debido a los impactos económicos positivos derivados de los proyectos.

Brasil firmó un memorando de cooperación nuclear con Rusia el 21 de Julio de 2009 tras un acuerdo alcanzado durante la visita presidencial de Dmitry Medvedev a Brasil en Noviembre de 2008, que actualizó un viejo acuerdo del año 1994. Las potenciales áreas de cooperación incluyen el diseño y construcción de reactores de investigación, producción de radioisótopos, y el desarrollo de tecnologías para reactores de potencia y prospección de uranio.

México es altamente dependiente de hidrocarburos, y es un exportador de crudo. Aproximadamente 66 % de su electricidad proviene del petróleo y gas; la energía nuclear solo representa un 4.6%. El gobierno mexicano recientemente ha expresado su intención de incrementar la energía nuclear mediante la construcción de varios reactores mas, con un horizonte de 15 años, con el propósito de diversificar su matriz energética, aunque aún no se han desarrollado planes o acciones formales. Las medidas potenciales ayudarían al país a alcanzar la meta señalada por la Estrategia Nacional de Energía, que prevé un incremente total de la generación de energía limpia, incluyendo la nuclear, de 5% a 35% hacia 2024.

La situación entre los 10 países latinoamericanos que evalúan la alternativa de la energía nuclear también refleja diferentes grados de avance. Algunos de ellos muestran cierta madurez sobre los planes y el proceso de toma de decisiones, mientras que otros tienen solo propuestas vagas o solo el deseo de acceder a la energía nuclear.

Chile ha realizado una detallada evaluación de su situación energética y un plan con pasos claramente definidos. El país importa más del 70% de su energía, mayormente en hidrocarburos. Necesita incrementar su actual capacidad de generación eléctrica en un 50% para 2020 a fin de proteger a la economía de potenciales cortes en el suministro de gas proveniente de Argentina.

Chile, que se encuentra bajo una permanente amenaza sísmica, ha llevado a cabo estudios técnicos durante 2007 y 2008 para evaluar opciones nucleares futuras. La Comisión Zanelli, a cargo del estudio, destacó la importancia estratégica de cualquier decisión en la materia y recomendó no descartar la opción nuclear. También resaltó la necesidad de revisar el marco legal e institucional del país. Los expertos también mencionaron la disponibilidad de adecuadas tecnologías anti sísmicas, para minimizar los potenciales riesgos a la seguridad de una instalación de energía nuclear. A principios de 2010, el Ministro de Energía mencionó distintos motivos, entre ellos, costos, seguridad energética y cambio climático, para definir la conveniencia de desarrollar planes para poner en funcionamiento una planta de energía nuclear de 1.1 GWe hacia 2024, seguida de cuatro más hacia 2035. Como fue claramente señalado allí, Chile no se encuentra listo todavía para implementar un programa nuclear con los estándares de seguridad requeridos y debería trabajar fuertemente para alcanzar ese objetivo. Además, sería necesario desarrollar un plan para generar consenso público sobre los méritos de la energía nuclear.

En Venezuela, el presidente Hugo Chávez ha realizado varios intentos para obtener tecnología nuclear por parte de distintos países como Argentina, Brasil, Irán, Francia, y Rusia para construir una planta de energía nuclear que pueda terminar con los severos déficits energéticos en el país. Por ejemplo, se firmó un amplio acuerdo marco para energía de uso civil que incluye “reactores de investigación y plantas de energía nuclear” durante la visita del presidente de Rusia Medvedev a Venezuela en Noviembre de 2008.

Años antes, funcionarios de la empresa estatal de petróleo de Venezuela PDVSA mostraron interés en adquirir de Argentina un reactor CAREM para producir vapor de alta temperatura, el cual podría ser inyectado en pozos de petróleo para licuar petróleo pesado. Francia pudo haber estado interesada en suministrar tecnología nuclear a Venezuela, aunque no fueron tomadas acciones en esa dirección dejando un potencial futuro acuerdo como especulación. Esa posibilidad parece ahora incluso más improbable debido a los estrechos lazos entre Venezuela e Irán.

La energía nuclear se encuentra prohibida en Uruguay desde 1997. Actualmente, el país es fuertemente dependiente de la energía hidroeléctrica, las importaciones de petróleo, así como del gas y la electricidad provenientes de la Argentina. En 2009, el entonces presidente Tabaré Vázquez designó una comisión de expertos para analizar la cuestión nuclear como una vía para romper la dependencia. La comisión fue encomendada con la tarea de producir recomendaciones para la política energética gubernamental para los próximos años, tomando en cuenta las necesidades futuras del país. La comisión aun continúa trabajando y debe producir un informe para el actual presidente José – Pepe – Mujica, en el corto plazo. Además, una consulta pública sobre la energía nuclear organizada por la Universidad estatal tendrá lugar el próximo Octubre, con la participación de la sociedad uruguaya. Los resultados son inciertos, y los expertos han manifestado sus reservas sobre la objetividad del proceso.

Ecuador también está considerando la diversificación hacia la energía nuclear, aunque debería comenzar por sentar las bases. La nación firmó en Agosto de 2009 un memorando de cooperación civil en energía nuclear a largo plazo con Rosatom. El acuerdo abarca la investigación y el desarrollo de la minería de uranio, así como el diseño y la construcción de plantas de energía nuclear y un reactor de investigación.

Ecuador todavía no ha decido, sin embargo, el camino óptimo para su desarrollo nuclear: si es mejor construir una planta de energía nuclear o empezar con un reactor de investigación.

En Perú, la Comisión de Energía y Minería del Congreso Nacional aprobó un proyecto de ley para declarar de interés nacional a la generación de energía nuclear. El próximo paso sería el desarrollo de un Plan Estratégico que promueva dicha fuente de energía.

Un caso bastante especial es Cuba. Durante varias décadas la nación ha vivido en una severa crisis energética, dado que depende principalmente de la importación de petróleo. En 1976 firmó un acuerdo con la Unión Soviética para construir dos reactores de 440 MW en Juraguá, provincia de Cienfuegos. La construcción se inició en 1983 pero fue interrumpida en 1992 debido a razones financieras. Posteriormente, todos los intentos para continuar el proyecto, incluso con distintos socios, incluyendo la asistencia del OIEA, terminaron en fracaso. Podría, tal vez, haber una reactivación de este programa o al menos una parte de él en el futuro, si persisten las necesidades energéticas cubanas o si Cuba se integrase a un nivel global.

Reactores de Investigación

Como en varias regiones del mundo, un gran número de estos reactores fueron construidos en América Latina a partir de los años ´50 y posteriormente, mayormente dentro del marco del programa Átomos por la Paz impulsado por Estados Unidos. De los 250 reactores de investigación que operan en el mundo en 56 países, hoy día, 18 se encuentran en 7 países de América Latina y el Caribe (6 en Argentina, 4 en Brasil, 1 en Chile, 2 en Perú, 1 en Colombia, 1 en Jamaica, y 3 en México).

La mayoría de los reactores de la región ya han sido convertidos de HEU a LEU, y solo el Triga Mark de México está esperando su conversión. El presidente mexicano Felipe Calderón anunció la decisión de la repatriación de su HEU hacia los Estados Unidos durante la Cumbre de Seguridad Nuclear en abril de 2010 convocada por el presidente Obama.

Los procesos de conversión, aunque exitosos, han sido un poco dolorosos para los países que desean proteger su industria de radioisótopos. Como caso testigo se observa el reactor RA3 que opera en Ezeiza, en las afueras de Buenos Aires, que tuvo que detener su producción de Molibdeno 99 durante el proceso y tuvo que adaptar su metodología a los objetivos del LEU, tecnología casi única en el mundo.

Materiales Físiles y Ciclo del Combustible Nuclear

Brasil y Argentina han desarrollado capacidades sensitivas relacionadas al ciclo del combustible nuclear. En 1979, Argentina lanzó un proyecto de planta piloto de reprocesamiento llamado LPR en Ezeiza, Buenos Aires, el cual nunca fue completado (aunque no ha sido desmantelado). En 1983, la nación anunciaba que había logrado enriquecer uranio basado en un proceso autóctono de difusión gaseosa en una pequeña instalación (20,000 SWU/yr) en la localidad de Pilcaniyeu, cerca de Bariloche (aún existe). En 1997, el programa SIGMA fue desarrollado en la misma localidad para mejorar la eficiencia y competitividad. La planta de enriquecimiento de Argentina, sin embargo, nunca ha operado a escala industrial.

Existen dudas respecto a la viabilidad de reactivar o expandir la planta, a pesar de que esto ha sido mencionado en forma repetida por fuentes oficiales. El hecho de que el proceso de difusión gaseosa esté siendo progresivamente abandonado a nivel mundial podría ser un obstáculo para dichos planes, si son definidos con racionalidad.

En 1975, el acuerdo entre Brasil y Alemania Occidental incluía una planta de reprocesamiento; sin embargo, la instalación nunca fue construida. Brasil desarrolló un módulo de enriquecimiento en 1987 en el Centro Experimental de Aramar, perteneciente a la Marina, en Iperó, San Pablo, basado en tecnología nativa de ultracentrifugado. Brasil ha solicitado protección de la propiedad de su sofisticada tecnología de rotor de centrifugadora durante las inspecciones del OIEA.

En 2006, la nación desarrolló una planta de enriquecimiento a escala industrial (120,000 SWU/yr) en Resende, Rio de Janeiro, aplicando toda su experiencia en la materia. La planta es un proyecto de uso civil dirigido por una empresa estatal, en la cual la Marina está a cargo de la crítica planta de centrifugadoras. Los brasileños esperan ser autosuficientes en combustible nuclear hacia 2012. Está claro que la producción doméstica, debido al reducido tamaño de la planta, no es competitiva en términos de costos en relación a los grandes jugadores internacionales, pero la planta le provee a Brasil la posibilidad estratégica de dominar en ciclo entero del combustible nuclear. Este objetivo será enteramente alcanzado después que el país complete a fin de este año su primera planta de hexafluoruro de uranio, USEXA, la cual también está siendo construida en Iperó.

En Febrero de 2008, Argentina y Brasil firmaron un acuerdo de cooperación nuclear que incluía un modelo de reactor nuclear de potencia para “satisfacer las necesidades de los países y eventualmente las necesidades eléctricas de la región”, y una compañía binacional de enriquecimiento de uranio. Aún así, hay dudas sobre la viabilidad de la articulación del proyecto dado su complejidad intrínseca y el modesto progreso realizado después de dos años de su anuncio. El acuerdo nuclear bilateral de 2008 afirmó la voluntad política para un proyecto conjunto en enriquecimiento de uranio aunque los esfuerzos para implementarlo se han estancado, principalmente por las dificultados para encontrar un modelo de administración que pudiera preservar la propiedad de la tecnología.

Reactores de Tecnología Avanzada y Exportaciones Nucleares

Los únicos dos países que posen tecnología de reactores más o menos avanzada son Brasil y Argentina. Brasil está desarrollando el proyecto LABGENE (Laboratório de Geração Núcleo-Elétrica) situado en el Centro Tecnológico de la Marina en San Pablo (CTMSP). Las autoridades brasileñas dicen que ese reactor será el núcleo de una planta de energía nuclear completamente autóctona. La potencia del LABGNE será de 11 MWe, que sería suficiente para proveer de electricidad a una ciudad de 20.000 habitantes. La instalación servirá como un prototipo para otros reactores nucleares, incluyendo un prototipo terrestre para la propulsión naval, capaz de ser incorporado dentro de un submarino nuclear. Como se anticipo dicha instalación tomará al menos 8 años para entrar en operaciones.

La Argentina ha desarrollado el CAREM. Este reactor de agua presurizada, categorizado como SMR (reactor pequeño y mediano) tiene una destacada reputación en relación a la seguridad y resistencia a la proliferación. Además, su construcción “modular” hace que sea fácil ajustar su potencia a cualquier nivel de producción. El CAREM puede ser usado como una estación nuclear avanzada de generación de energía de 27 MW, o como un reactor de investigación, o para la desalinización. Sus características de seguridad inherentes están basadas en sistemas de seguridad pasivos. Tiene su sistema entero de refrigeración primaria dentro de la recipiente de presión del reactor, auto-presurizado y dependiendo enteramente de la convección. El combustibles es estándar enriquecido al 3.4% PWR, con venenos neutrónicos autocontrolados, y es reabastecido sobre una base anual. Tiene un nivel alto de confiabilidad intrínseca, la cual se traslada en una operación y mantenimiento simple.

En vista de su simple diseño y baja potencia, el reactor presenta pocos requerimientos operacionales y requiere solamente una limitada estructura de soporte, que lo hace apto para generación eléctrica y otras aplicaciones en ciudades de hasta 100.000 habitantes. Estudios de viabilidad muestran que es posible expandir la producción del CAREM hasta los 300 MWe a través de la incorporación de pequeños cambios en la ingeniería, con costos de instalación manteniéndose económicamente competitivos. Esto hace que el reactor sea especialmente atractivo para los mercados de generación eléctrica en los países en vías de desarrollo.

Argentina tiene una vasta experiencia como exportador nuclear de primera línea, especializado en reactores de investigación y de producción de radioisótopos. En este nicho ha participado con éxito en varias licitaciones internacionales. Ya ha exportado dichos reactores a Perú, Argelia, Egipto y Australia. Ahora tiene muchas esperanzas con la exportación del reactor CAREM. El proyecto ha sido recientemente declarado de interés nacional a través de la Ley 26566/2009. El desarrollo del proyecto CAREM ha recibido por lo tanto un gran espaldarazo. El prototipo CAREM está siendo construido cerca del complejo de Atucha, en las afueras de Buenos Aires, y se espera que entre en operación hacia 2013. Una nueva instalación será replicada en el norte del país, más precisamente en la provincia de Formosa, y servirá para testear el desempeño del CAREM frente a una situación enteramente práctica.

Propulsión Nuclear

La idea de propulsión nuclear ha estado presente en la Argentina y a Brasil desde los ‘80.

En Brasil, la lógica oficial para el desarrollo de una flota moderna de submarinos, incluyendo un submarino de propulsión nuclear, está basada en la necesidad de aumentar el poder naval para proteger los 3,5 millones de km2 que pertenecen a la zona económica exclusiva de Brasil, y en particular a las enormes reservas de petróleo off-shore recientemente descubiertas (los campos PRE-SAL). Este razonamiento y la utilidad de submarinos para tal fin ha sido un asunto de gran debate. Muchas opiniones destacaron que es solo una cuestión de orgullo nacional, mayormente frente a los poderes globales de primera línea, incluyendo las naciones socias del BRIC, Rusia, China, e India, todos ellos con submarinos nucleares.

El proyecto recibió un gran impulso después del acuerdo bilateral con Francia en Septiembre de 2009, el cual incluyó la compra por parte de Brasil de cuatro submarinos convencionales Scorpene, y la fabricación del casco del primer submarino a propulsión nuclear a ser construido en Brasil, incluyendo la transferencia de tecnología.

Como ha sido ya mencionado, el reactor nuclear está siendo desarrollado por la Marina brasileña (proyecto LABGENE) y su primer estado de finalización está planeado para el 2014. Este calendario ha sido confirmado por el Ministro brasilero de Defensa Nelson Jobim durante una presentación en el Senado brasilero en agosto de 2009. El proyecto completo se espera que esté finalizado en el 2021.

En Argentina, a principio de Junio de 2010, la Ministro de Defensa Nilda Garré anunció inesperadamente una iniciativa sobre el desarrollo de la propulsión nuclear basada en el diseño del CAREM, que sería aplicada a un submarino o cualquier otra clase de navíos marítimos. Comunicaciones oficiales posteriores minimizaron las declaraciones iniciales y se destacó que el gobierno estaba aun considerando si la propulsión nuclear sería utilizada en un submarino o en un rompehielos. La declaración polarizó a la sociedad argentina entre aquellos quienes ven el proyecto como una manera de restaurar el terreno perdido con Brasil, y otros quienes no ven el proyecto como una prioridad estratégica vis a vis otras necesidades urgentes de las fuerzas armadas cuando el presupuesto militar actual del país toca su mínimo histórico, debajo del 0,8% PBI.

Integración de los “recién llegados”

Un desarrollo racional de la energía nuclear en toda la región requiere un profundo análisis de largo plazo de todas las alternativas para la generación eléctrica, su viabilidad y conveniencia, sobre la base de país por país pero también sobre una base regional. Las decisiones deberían ser hechas tomando en cuenta la sustentabilidad y optimización de los recursos naturales basados en verdaderas necesidades energéticas en lugar de consideraciones de prestigio o ciegos intentos de seguir tendencias de moda.

En este sentido, es esencial que se alcance un conocimiento adecuado de la tecnología nuclear por parte de los “newcomers”, manteniendo los estándares más elevados de seguridad nuclear (safety y security). Esto implica responsabilidades compartidas entre dichos estados, sus proveedores y el OIEA. El primer emprendimiento nuclear debería ser necesariamente visto como un proceso de aprendizaje de largo plazo, cuando el marco regulatorio, la infraestructura y el aumento de las capacidades humanas deberían ser desarrolladas progresivamente. Además, los proveedores deberían apoyar a los potenciales newcomers, antes, durante y después de que las decisiones sean tomadas. Alternativas de “servicio completo” incluyendo instalaciones, combustible, desechos de combustibles, y manejo de desechos deberían prevalecer en el futuro.

Estándares de Seguridad Nuclear

La importancia de elevados niveles de seguridad a fin de evitar que los materiales nucleares sensitivos caigan en manos equivocadas es obvia. En este sentido, América Latina parece ser parte de la solución y no del problema. De hecho, hoy día, la región se encuentra libre de HEU, excepto por los 12 kG que aún mantiene México que serán removidos en removidos en un futuro cercano.

La experiencia de América Latina en el control y la seguridad de los materiales nucleares podrían a la comunidad internacional como referencia para mejorar otros procesos regionales. Brasil, Argentina, México y Chile han sido participantes activos de la Cumbre Presidencial de Seguridad Nuclear de abril 2010, y Argentina será sede en noviembre de 2010 de la reunión de Sherpas para preparar la próxima Cumbre que tendrá lugar en Corea del Sur en 2012.

A pesar del éxito, los riesgos de transito no autorizados y de redes de tráfico ilícito siempre están presente. Esto requiere una total armonización al momento de implementación de los varios regimenes de control para mejorar la implementación de la resolución 1540 de Naciones Unidas, así como otras regulaciones.

Verificación Nuclear

El TNP requiere de los estados no nucleares acepten las salvaguardas completas del OIEA como los estándares de verificaciones de instalaciones nucleares. Esto significa que el Organismo puede verificar que no se desvíe, para otros fines, materiales y tecnologías de actividades nucleares declaradas. Entre los estados partes del TNP aún 18 de ellos no cumplen con dichos requisitos, aunque ninguno pertenece a América Latina.

En 1991 Argentina y Brasil suscribieron un acuerdo bilateral por el cual ambos países se comprometían a hacer uso de la tecnología nuclear con fines exclusivamente pacífico. Establecieron el Sistema Común de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares (SCCC) y la Agencia Argentino-Brasileña para la contabilidad y control de materiales nucleares (ABACC) para administrar el sistema. El acuerdo puso en práctica un innovador proceso de verificación mutua conocido como “control de vecino a vecino”. En diciembre de 1991, el OIEA ingresó como parte. El acuerdo original se reformuló en el Acuerdo Cuatripartito, el cual entró en vigor en 1994. El modelo ha sido muy exitoso y merece ser reproducido, al menos a través de la región.

A pesar de eso, existen algunas salvedades para tener en cuenta. Los reactores para propulsión en el ambiente de América Latina (estados sin armas nucleares) empujan a la necesidad de mejorar la verificación, a medida que nuevos tipos de sistemas de control relacionados a la aplicación de las salvaguardias completas para aquellos reactores que deben ser desarrollados para alcanzar eficiencia incluso durante los periodos de navegación de las embarcaciones.

La negativa de Argentina y Brasil de firmar el Modelo de Protocolo Adicional no ha sido completamente entendida por la comunidad internacional; ha levantado un nivel significativo de sospechas.

Hasta ahora, las sospechas parecen ser infundadas ya que en Brasil la prohibición de desarrollar armas nucleares es un mandato constitucional. Además, Brasil es la única nación del mundo que ha puesto sus instalaciones militares nucleares bajo salvaguardas.

Brasil ha establecido en su Estrategia Nacional de Defensa de 2008 que rechaza asumir mayores compromisos en no proliferación hasta que los estados con armas nucleares (NWS) realicen pasos concretos hacia el desarme. Esta declaración es usualmente entendida como una negativa a firmar el Protocolo Adicional, aunque no está explícitamente señalada en el texto.

El punto débil es que dicha declaración no establece cuales de esos pasos o bases podrían ser satisfactorias. El segundo problema con esta declaración se encuentra relacionado con la sustentabilidad en el tiempo del doble estándar del TNP, y como los estados no nucleares deberían abordar esta cuestión: si ayudan a reforzar el régimen, o esperan mayores logros de los estados nucleares. Una declaración más detallada sobre lo que consideran como las obligaciones de los estados nucleares fue trazada durante la Conferencia de Revisión del NPT 2010 por el canciller brasileño Celso Amorim, y podría ser considerado como un gran paso hacia delante.

Preocupaciones por la Proliferación

América Latina en su conjunto siempre ha mostrado un claro compromiso por el desarme y la no proliferación. En este sentido, el Tratado de Tlatelolco (en vigor desde 1969) dio forma a la primera Zona Libre de Armas Nucleares del Mundo.

Sin embargo, algunas actitudes de actores presentes y potenciales podrían despertar en la comunidad internacional preocupación por la proliferación. La primera ya ha sido mencionada: es la no adhesión al Protocolo Adicional por parte de Argentina y Brasil. De hecho Argentina y Brasil tienen intereses distintos, y por lo tanto, los impactos potenciales de la no adhesión podrían ser también diferentes. Argentina está interesada en convertirse en un proveedor nuclear confiable, en su mayoría a través de su compañía de bandera INVAP la cual tiene una gran reputación a nivel mundial. Esto daría al país prestigio tecnológico y un buen posicionamiento comercial en la materia. Brasil apunta a ser considerado una potencia mundial de primer orden por lo cual está buscando independencia, diferenciación, reconocimiento político y prestigio internacional.

Otro tema a considerar es el aumento de la presencia en la región de estados sospechosos de mantener intenciones de proliferar y sus estrechos vínculos con algunos países de América Latina. Por ejemplo, algunos analistas señalan que Brasil, Irán y Venezuela comparten la visión sobre un proceso de cambio que afecta al orden global. En esta visión, los tres países están apostando al decline de Occidente. Irán y Venezuela cooperan activamente en el área nuclear. Desde 2005, Irán abrió seis embajadas en la región, además de las cinco ya existentes. Cientos de funcionarios y estudiantes bolivianos, nicaragüenses, ecuatorianos y salvadoreños están recibiendo entrenamiento en Irán. La actual administración argentina presumiblemente hubiera tomado una posición completamente pro iraní si no fueran por que los ataques terroristas en Buenos Aires del año 1992 y 1994, donde agentes de la República Islámica estuvieron involucrados.

En mayo de 2010, Brasil intentó mediar en la compleja cuestión nuclear iraní, y junto con Turquía, firmaron un controvertido acuerdo tripartito que fue visto como un triunfo diplomático para Irán. El acuerdo, que incluía un esquema de intercambio de uranio enriquecido, era difícil de implementar en la práctica dado que dependía de decisiones de terceras partes (El Grupo de Viena) fuera del acuerdo. Y el acuerdo no habría frenado el programa de enriquecimiento de uranio iraní. Solo sirvió para resaltar el apoyo brasilero a las actividades de enriquecimiento iraníes desafiando las sanciones del Consejo de Seguridad. Este acuerdo obviamente no fue apoyado por los cinco países nucleares, quienes impulsaron una cuarta ronda de sanciones, a pesar de la oposición de Brasil y Turquía. Esto tuvo un final predecible, que dañó la reputación de Brasil, y levantó nuevas sospechas a nivel internacional sobre el compromiso de Brasil con la no-proliferación nuclear. Algunos comenzaron a sospechar que Brasil está intentando mantener todas sus opciones nucleares abiertas.

En lo que respecta a otros estados latinoamericanos, y dado sus escasos o nulos desarrollos, la proliferación sería en extremo un fenómeno improbable que solo podría ser fomentado por terceros países con capacidades nucleares.

Conclusiones

Es temprano para concluir si habrá una expansión nuclear significativa en América Latina en los próximos años, o si todas las declaraciones quedarán en papel. No obstante, las decisiones relacionadas con el desarrollo nuclear de la región requerirán un alto grado de responsabilidad por parte de los gobiernos tanto de la región como fuera de la misma ya que implican compromisos de largo plazo y riesgos elevados. La elección de la energía nuclear debería estar basada en un cálculo racional, una evaluación basada en las necesidades, y en una valoración apropiada de los beneficios frente a los riesgos. Decisiones sabias en relación a la energía nuclear no sucederán a través del aislamiento sino a través de la cooperación internacional basada en el reconocimiento de objetivos estratégicos en común. Las naciones con desarrollos nucleares avanzados tienen mucho que hacer para promover este enfoque. Aquellos con una activa participación en los acuerdos nucleares en América Latina, como Rusia, que está expandiendo su presencia en la región, también tendrán una responsabilidad clave en lograr una evolución nuclear armoniosa, llevada a cabo dentro de un ambiente precavido, seguro y no proliferante. Esto debería ser una prioridad en vez de los ventajosos acuerdos comerciales.

Los países de América Latina deberían trabajan en reforzar sus democracias y mejorar la calidad institucional en la región, a fin de reducir los riesgos claves. En este sentido, deberían desenvolverse con precaución y evitar ayudar a potenciales proliferantes, directa o indirectamente, al apoyar actitudes dudosas, justificando transgresiones o brindándoles legitimidad internacional.

Es necesario terminar con la percepción de las armas nucleares como pertenecientes al Primer Mundo, símbolos de prestigio y poder. Todos los esfuerzos para ayudar a las sociedades a entender el verdadero significado y connotaciones de las armas nucleares hoy a través de la educación en el desarme y la no proliferación, y un debate abierto, deberían ser apoyados por los poderes nucleares a nivel mundial.

Asegurar que el crecimiento de la energía nuclear en la región sea realizado dentro del estricto marco de la no proliferación es crucialmente importante. Esto requerirá mantener un esquema efectivo de verificación y control funcionando a fin de evitar que material o tecnologías sensitivas pudieran caer en manos equivocadas. Dado el éxito del concepto y de las prácticas de la ABACC sería útil considerar un incremento de la delegación del OIEA a mecanismos de control regional, manteniendo al mismo tiempo la supervisión general del organismo, junto con un debate abierto sobre las implicancias del Protocolo Adicional. En este sentido un debate conjunto en Brasil y Argentina sobre la actual situación del sistema de verificación y la firma del Protocolo Adicional sería muy saludables y lo que ambas sociedades merecen. Es esencial definir claramente los más profundas inquietudes que impactan en las decisiones actuales y las implicancias de la no adhesión.

Todo esto debería ser realizado por los estados de la región con la cooperación de la comunidad internacional, basados en la comprensión de que todos se beneficiarán si se llevan a cabo decisiones correctas. Los derechos de los estados al uso pacífico y a la tecnología deberían ser preservados en todo momento. Cualquier tipo de renuncia debería ser consecuencia de regímenes saludables y no una imposición o prerrequisito.

 

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